Como idioma
flexivo, en el español las palabras se forman mediante lexemas o raíces a los que se
agregan morfemas gramaticales o gramemas (como el género masculino o femenino y el número singular o plural para los sustantivos y adjetivos, y el modo, tiempo, voz, aspecto y persona y número para el verbo), más todo tipo de afijos que sirven para formar palabras
derivadas.
Flexión
El español
tiene flexión en los nombres, adjetivos,
pronombres y verbos. En español la flexión se realiza exclusivamente mediante
sufijos (nunca usa prefijos), cambios de posición de la sílaba tónica (a veces
con alternancia vocálica) y ocasionalmente en el verbo y el pronombre mediante supletismo.
Los sufijos
flexivos son los mismos para nombres y adjetivos, estos sufijos indican género gramatical /-o, -a, -Ø/ y número gramatical
/-s, -es/ (la notación /-Ø/ indica un morfo cero que se refleja en la concordancia de género con el artículo.) Los sufijos
flexivos verbales son mucho más numerosos y el verbo siempre tiene la siguiente
estructura:
RAÍZ−T.A.M.−PERSONA
Donde TAM designa uno o varios morfemas que conjuntamente y
frecuentemente de manera sincrética, como corresponde a una lengua fusionante,
expresan las categorías gramaticales de tiempo-aspecto-modo. Los morfemas de persona
frecuentemente también expresan simultáneamente tiempo, ya que en ciertos
tiempos como el pretérito perfecto simple la misma marca indica tanto tiempo
como persona, por ejemplo en amé, amaste,... las
terminaciones identifican no sólo a la persona, sino también el aspecto
perfecto e incluso el tiempo pasado.
Derivación
El español,
lengua en que las palabras tienen por lo general dos o tres sílabas, prefiere entre los métodos de formación de palabras la derivación, ya que su escasez de monosílabos
restringe y hace más incómoda la composición. Consiste aquel procedimiento en la
suma de distintos tipos de afijos a palabras primitivas para formar otras nuevas (neologismos), llamadas derivadas. Los afijos
del español provienen en su mayoría del latín y bastante menos del griego, aunque existen otros de diferente
origen. Los prefijos se sitúan antes del lexema; los sufijos, antes de los morfemas constituyentes de género y número en el caso de los sustantivos y adjetivos, y antes de los morfemas
constituyentes de modo, tiempo y aspecto en el de los verbos; y los interfijos antes de estos últimos y después
del lexema. Los tres circunfijos del español rodean al lexema.
En Hispanoamérica, hay sufijos muy diferenciados; uno de ellos es
-dera, que se emplea sobre todo en México, Centroamérica y en el
área caribeña (también en las islas Canarias), y designa «acciones continuadas,
intensas o repetidas»: llovedera, preguntadera, platicadera,
vomitadera, lloradera, robadera, etc. El sufijo -ido
ha creado neologismos en América como llorido, rebuznido, relinchido,
toquido (‘ruido que se hace al tocar’) o chiflido (de chiflar,
‘silbar’). Los sustantivos terminados en -azo también son
bastante comunes: en Bolivia, nortazo y surazo designan vientos.
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